Ana Belen El Hombre del Piano

 

Esta es la historia de un sábado 
de no importa que mes, 
y de un hombre sentado al piano 
de no importa que viejo café. 
Toma el vaso y le tiemblan las manos, 
apestando entre humo y sudor, 
y se agarra a su tabla de naufrago 
volviendo a su eterna canción. 
Toca otra vez, viejo perdedor, 
haces que me sienta bien, 
es tan triste la noche que tu canción 
sabe a derrota y a miel. 
Cada vez que el espejo en la pared 
le devuelve más joven la piel, 
se le encienden los ojos y su niñez 
viene a tocar junto a él. 
Pero siempre hay borrachos con babas, 
que le recuerdan quien fue, 
el más joven maestro al piano 
vencido por una mujer. 
Ella siempre temió echar raíces, 
que pudieran sus alas cortar 
y en la jaula metida, la vida se le iba 
y quiso sus fuerzas probar. 
No lamenta que de malos pasos, 
aunque nunca desea su mal, 
pero a ratos, con furia, 
golpea el piano y algunos que le han visto llorar. 
El micrófono huele a cerveza 
y el calor se podría cortar, 
solitarios oscuros, buscando pareja 
apurándose un sábado más. 
Hay un hombre aferrado a un piano 
la emoción empapada en alcohol, 
y una voz que le dice: 
"pareces cansado, y aun, no salido ni el sol". 

 

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